Nuestras escritoras comparten su talento.
La poesía es el lenguaje del alma, un desahogo de los sentidos, un
orgásmico encuentro con los sentimientos más íntimos. Un amante que se
expresa a través de la tinta, y que explota en una hoja de papel
blanco, dejando en él sus indelebles manchas.
La poesía es amor, es sinfonía de palabras, una pasión que se lleva muy dentro de las entrañas.
La poesía es cadencia, que se baila al son de notas tristes y melancólicas. Unas veces fiesta, otras veces luto, unas tantas silencio y otras tantas, voz.
Cantamos con las manos, y hacemos de nuestras letras expresión y emoción, inspirados por el odio, el olvido, la desdicha, la desilusión, pero también nos convertimos de musas, inspirados por el amor, la verdad, la justicia y la paz.
Los poetas somos esclavos de nuestra sensibilidad y dueños de nuestras verdades. Estamos malditos y bendecidos a la vez, porque nuestros sentimientos cuelgan por nuestros pellejos a flor de piel y muchas veces olvidamos que todos nos pueden ver.
Somos previsibles, pero impredecibles, y eso nos hace impenetrables. Nuestros secretos están claros, pero a la misma vez son insondables. Si no tuviéramos el don de letras, quizás nuestro dolor sería insoportable.
Mas de mi en http://poemasdelalma2.blogspot.com gracias por sus comentarios y visitas.
La poesía es amor, es sinfonía de palabras, una pasión que se lleva muy dentro de las entrañas.
La poesía es cadencia, que se baila al son de notas tristes y melancólicas. Unas veces fiesta, otras veces luto, unas tantas silencio y otras tantas, voz.
Cantamos con las manos, y hacemos de nuestras letras expresión y emoción, inspirados por el odio, el olvido, la desdicha, la desilusión, pero también nos convertimos de musas, inspirados por el amor, la verdad, la justicia y la paz.
Los poetas somos esclavos de nuestra sensibilidad y dueños de nuestras verdades. Estamos malditos y bendecidos a la vez, porque nuestros sentimientos cuelgan por nuestros pellejos a flor de piel y muchas veces olvidamos que todos nos pueden ver.
Somos previsibles, pero impredecibles, y eso nos hace impenetrables. Nuestros secretos están claros, pero a la misma vez son insondables. Si no tuviéramos el don de letras, quizás nuestro dolor sería insoportable.
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Mi amante nocturna.
Por: Hilda Arzeno
Escribo por que hay partes de mí que han muerto.
Porque hago los duelos colectivos. Porque hay heridas que persisten en
el tiempo y sin remedio. Porque es la catarsis más instantánea que
conozco. Porque de vez en mes me pierdo y las letras me enseñan el
camino de regreso. Escribo cuando me duele el alma, cuando se exprimen mis dolores, cuando se revuelcan los recuerdos, cuando ya no siento.
Cuando el corazón agoniza y la conciencia me desquicia. Cuando
mis manos tiemblan por el vicio de escribir. Cuando la locura amenaza
con atraparme y la razón con escaparse. Vuelvo a escribir cuando me
inquieto en señal de ansiedad, cuando se desorientan mis sentidos,
cuando me quedo en vilo, cuando lloro, cuando estorbo, cuando no hay
fuerzas, cuando la existencia ya no encuentra más penas.
Escribo porque es el desahogo más certero. Porque es el mejor psicólogo ante un loco.
Porque no pago consultas, porque amo contradecirme, porque escribiendo
es cuando me entiendo. Porque las letras me alimentan los vacíos
existenciales. Porque en las letras encontré asilo, porque en ellas nadie me juzga, son egoístamente mías.
Escribir es un remedio al suicidio, a la crueldad de la realidad, a los días incoloros, a la soledad, al olvido. A las carencias de afecto, a las mentiras que nos enduren como piedras y a la verdad que se ve todos los días.
Las letras son mi amante
lesbiana, mi socorro instantáneo, mi acompañante nocturna. Mi día y mi
noche, quien provoca mis orgasmos instantáneos, mis sonrisas más
perversas y mis lágrimas más honestas.